Siento haber dejado abandonado el blog esta semana, pero es que en la playa tengo escaso internet (y cuando lo tengo, va fatal) así que puedo actualizar poco, mañana voy al pueblo y allí volveré a ver vuestros estupendos blogs! :)
Hoy os voy a dejar un relato que escribí a ver que os parece... no es muy largo, espero que os guste y que me digais vuestra opinión :D El título es:
Del amor a la muerte solo hay una traición
Todo parecía que iba inmejorable, sacaba buenas
notas, tenía una buena familia, y un novio perfecto, pero todo cambió cuando lo
conocí.
David era nuevo en la escuela, había llegado de un
lugar llamado Forkestein, y no conocía nadie. Como era delegada, y además alumna
ejemplar, me encargué personalmente de que David se sintiera como en su antiguo
instituto.
-Hola, me llamo Lorena- le dije al mismo tiempo que
le daba dos besos- encantada de conocerte, yo me voy a encargar de enseñarte
este lugar, y presentarte públicamente al resto de los compañeros.
-Hola- respondió David, de manera monótona.
-¿Cómo te va todo? ¿Te está gustando el pueblo?- le
pregunté con voz melodiosa
David me miró, me ignoró y se giró, dejándome allí
plantada, con toda mi buena voluntad. Me imaginé que eran los nervios, y que no
lo había querido hacer con mala intención, así que decidí seguirle para
indicarle dónde estaba su primera clase.
-¡Ey, espera! Que te voy a indicar cuál es tu
siguiente clase.
-Rubia, esfúmate- me contestó de una forma mordaz.
Me quedé anonadada, nunca antes me habían tratado
tan rudamente y mucho menos me habían llamado rubia, ¿dónde tenía ese chico los
modales? ¿No sabía que era de mala educación poner motes? Me enfurecí, pero
después pensé que tenía que mantener mi imagen y que intentaría hablar con
David y le diría que hay ciertas normas que hay que cumplir aquí.
-Lorena, ¿dónde te has metido?- me preguntó Ralph,
cuando me senté a su lado en clase de Química.
-He estado con David, me he ofrecido como su
mentora.
-¿Y cómo te ha ido?
No me dio tiempo a contestarle, cuando entró Míster
Dikenson por la puerta.
-Hola alumnos, bienvenidos al segundo trimestre, en
esta evaluación contaremos con un nuevo compañero, el señor David Coleman, adelántese
y siéntese en el lugar del señor Ralph Dickens, al lado de la señorita Lorena
Highclass.
-Pero, profesor- intentó protestar Ralph- este
siempre ha sido mi sitio.
-Pues ya no y fin de la discusión. Por favor,
siéntese al lado de la señorita Pamela.
-Hola- le dije a David cuando se sentó a mi lado- al
final tenemos esta hora juntos, ¡Qué bien!
-Hola
El profesor Dikenson comenzó la clase explicando los
temas que daríamos durante todo el segundo trimestre, disoluciones,
estequiometria… uff, aburridísimo. Menos mal que la campana sonó pronto.
-Para el lunes que viene deberéis hacer un trabajo
con vuestro compañero de sitio sobre el uso de los fertilizantes y su
problemática.- estas fueron las últimas palabras del profesor Dikenson antes de
que todos los alumnos se marcharan frenéticamente.
Cuando me giré hacia David, ya se había marchado, y
lo peor de todo es que no habíamos quedado para hacer el trabajo del señor
Dikenson, y yo no me podía permitir dejar de hacerlo, porque bien sabía que no
entregar un trabajo era dejar de optar al diez.
Todas las clases se me pasaron volando, cuando llegó
la última hora, me di cuenta de que volvía a coincidir en otra clase con David,
así que esta vez hablaría con él y le diría que quedaríamos esta misma tarde
para hacer el trabajo.
-Rubia, ¿me buscabas? – Dijo David con su
inconfundible tono ronco
-No me llames rubia, que no tenemos tantas confianzas,
te estaba buscando para hacer el trabajo esta tarde.
-No, lo siento, ya tengo planes, pero si te apetece
quedar conmigo creo que podré hacer un hueco para el próximo fin de semana,
¿cómo te viene el sábado a las 6 y media?
-No seas prepotente, para lo único que vas a quedar
conmigo es para hacer el trabajo de Química.
-Anda, rubia, no te hagas de rogar, si en realidad
lo estás deseando.
-¡Deja de llamarme rubia!
Y justo cuando le hube dicho esto, se marchó como si
nada, y con él mis expectativas de empezar a hacer el trabajo hoy.
Llegué a casa, saludé a mi hermana y me encerré en
el cuarto. Comencé haciendo el comentario de texto que Miss Mariló nos había
mandado, y después hice Matemáticas. Cuando terminé todo, eran tan solo las 6
de la tarde y, como no tenía nada que hacer, bajé a la cocina, me hice un sandwich
y decidí ir a correr.
Corrí por el parque y justo cuando estaba cruzando
por el paso de cebra, un BMW casi me atropella. Pude ver que el conductor se
parecía a David, pero no podía creer que fuese él quien conducía ese pedazo de
coche. Mañana por la mañana, me fijaría en el instituto por si había algún BMW y,
si era así, se iba a enterar de quien era Lorena.
Volví a casa, cené y me acosté, pero antes de
dormirme me quedé pensando en David, aquel chico tan prepotente y que casi me
atropellaba con aquel BMW. Y cuando me quise dar cuenta, estaba soñando
despierta , cómo sería montarse en ese coche, con ese conductor.
A la mañana siguiente, vi catorce llamadas perdidas
de Ralph, el bueno de Ralph, mi novio desde hacia año y medio y de quien ayer
me olvidé completamente, cosa que nunca me había pasado desde que empecé a
salir con él. Le puse un sms diciéndole que no me había fijado en el móvil y
que por eso no le había cogido el teléfono.
Ya en clase, me fijé que había un BMW en el parking,
lo cual quería decir que mis sospechas sobre David eran reales, él había sido
quien casi me atropelló.
Fui en busca de Ralph para contarle lo ocurrido,
pero como iba ensimismada con mis pensamientos, me choqué de bruces contra
David, cómo no.
-Perdón – le dije- aunque tal vez deberías de ser tú
quien me pidiese perdón por el intento de atropello de ayer por la tarde.
-Rubia, no seas exagerada, si no te hice nada- dijo con
una sonrisa burlona en la cara- ¡ah! Y se aceptan tus disculpas.
-¡Serás creído!- le dije a voz de grito
-No soy creído, simplemente sincero.
Dicho esto, se marchó y me dejó allí en mitad del
pasillo, muy enfadada, y siendo observada por todos los estudiantes. Le odio y
solo hace dos días que le conozco, me dije en mi fuero interno.
Las clases se me pasaron volando, todas excepto las
dos últimas en las que, por suerte o por desgracia, coincidí con David y no con
Ralph, a quien no había visto desde ayer a primera hora.
-Rubia, siéntate a mi lado, a ver si se te pega algo
de mi belleza
Le ignoré y me senté al lado de Pamela, y comencé a
hablar con ella sobre el próximo partido de voleybol. Pamela me escuchaba,
aunque se notaba que miraba a David con pasión.
Llegó el profesor Pimper y nos sentó por orden de
lista, y no sé cómo se las apañó para colocarme justo detrás de ‘’míster
simpatía. ’’
-Rubia, ya sé que te gusto, pero, por favor, intenta
no acosarme, sé que te va a ser difícil, pero lo tienes que intentar- me dijo
con una sonrisa pícara en la cara.
-Mira, guapo, no estoy sentada aquí por gusto, por
si no te has dado cuenta, en el poco tiempo que llevamos juntos, mi odio hacia
ti va en aumento, así que hazme un favor y gírate para adelante y déjame atender.
Por fin, después de dos horas de una entretenida
clase de Física, sonó la campana. David se giró, me miró a los ojos y me dijo:
-Siento haber sido tan rudo contigo, pero es que me
gustas mucho y no sabía cómo comportarme contigo, pensé que si llamaba tu atención lograría que te fijaras
en mí, pero ya veo que me equivoqué.
-Pues no, todo lo contrario, te odio.
-Rubia, no me digas eso, por favor.
-Es la verdad. – y en el mismo momento que pronuncié
esas palabras me di cuenta de que era mentira, que no le podía odiar, esos ojos
verdes eran imposibles de odiar.
David se marchó. Salí de las clases y me dirigí a mi
coche, cuando vi a Ralph esperándome, y me di cuenta de que no le quería, que
realmente no le quería, que él nunca me había hecho una declaración como la de
David, que él no me llamaba rubia solo para picarme… vamos, que él no era
David, Mi David.
Ralph se acercó a mí, me dio un beso y nos fuimos
juntos hasta la puerta, allí me despedí de él, pero justo antes de irse, me
dijo algo que me dejó patidifusa
-Lorena, ¿qué tienes con David?
-Nada- le dije- ¿cómo puedes preguntarme eso?
-Pues porque me he dado cuenta de cómo os miráis y
de que tu mirada está llena de amor, que a mí no me miras así, nunca me has
mirado de esa manera tan romántica.
-No digas eso, yo te quiero mucho Ralph
-Hay muchas formas de querer, y creo que tú me
quieres como un amigo, como un hermano, pero no como un novio, no como yo te
quiero a ti, para mí tú eres mi día, mi noche, mi luna, mi sol, mi vida.
Me puse a llorar, no lo podía evitar.
-Yo te quiero Ralph, de verdad- fue lo único que le
pude decir.
-No lo discuto, pero me ves como un hermano y creo
que lo mejor es que nos demos un tiempo.
-¿Me estás dejando?
-No, solamente te doy la libertad para hacer lo que
quieras, y cuando estés segura de qué es lo que quieres, llámame, te estaré
esperando.
Y se marchó, y me dejó sola, sollozando en la puerta
del jardín, sollozando no porque me hubiera dejado, sino porque es verdad lo
que había dicho, yo no le quería, nunca le había querido, solamente salí con él
para mantener una reputación de chica con novio, creí que conseguiría
enamorarme de él, pero me equivoqué, aunque lo intenté.
Subí al cuarto, me senté en la cama y me quedé
dormida, con la ropa puesta y con los deberes sin hacer.
Al día siguiente, no me sentía con ánimos para ir a
la escuela, así que le dije a mi madre que me encontraba mal, y que no iba a
ir, ella no puso objeción debido a que sabía que no faltaría si no tenía un
motivo realmente importante.
Por la tarde, después de pasarme toda la mañana en
la cama, me llamaron por teléfono un número desconocido.
-¿Sí? ¿Quién es?-dije al descolgar.
-Rubia, ¿qué tu ha pasado hoy? – me respondió una
voz al teléfono
-Esa voz… ¿David? ¿Cómo has obtenido mi teléfono?
-Pues eres mi mentora, es algo fácil de conseguir.
Pero, bueno, dime qué te ha ocurrido para que faltases.
- Me encontraba enferma, eso es todo.
-¿Quieres que vaya a hacerte una visita?
-¿Qué?- le pregunté, pues nadie me había hecho una
visita por voluntad propia desde hacía varios años atrás.
-Pues que si quieres que vaya a hacerte una visita.
-Claro, sería fabuloso- respondí llena de
expectativas.- ¿sabes dónde vivo?
-Mmm… sí, creo que sí, asómate por la ventana, rubia
Me asomé por la ventana y lo vi.
-¿Qué haces aquí? – le pregunté anonadada.
-¿Tu qué crees? He venido a ver a la dueña de mi
corazón, a mi rubia.
-Anda, tonto, sube.
Pasamos una tarde como nunca antes la había pasado,
hablamos, reímos, nos ilusionamos. Fui feliz, tan feliz que no quería que el
día acabase nunca, pero se acabó.
El día siguiente fue inmejorable desde el principio,
cuando me levanté y salí a la calle, vi un BMW esperándome en la puerta de mi
casa, deseoso de llevarme al colegio y de pasar nuevos momentos juntos.
Aquel jueves solo tuvimos una clase juntos, la de
Filosofía, pero nos separaron en dos grupos, el de chicas y el de chicos. En el
de chicos junto a David, estaba Ralph, verlo me hacía entristecer, pero al
recordar la tarde de ayer con David, me hacía estar llena de felicidad.
A la salida, David me esperaba para llevarme a casa,
le pregunté que si le apetecía entrar y me dijo que no podía. Me quedé un poco
desilusionada, porque quería repetir la tarde de ayer, pero lo acepté, aunque
antes le pregunté dónde vivía.
Terminé de hacer los deberes, estudié para el examen
de Literatura del día siguiente y me acordé del trabajo sobre los
fertilizantes, así que encendí el ordenador, busqué en google y fui moldeando
el trabajo. Acabé a las ocho de la noche, y como estaba deseosa de ver a David,
me duché, me arreglé y fui para su casa.
Allí vi algo que no me podía creer, David estaba
besando a otra chavala, concretamente a Pamela. Sentí que algo se rompía en mi
interior, que el mundo que se había erguido a mi alrededor en tan solo dos días se desplomaba por
completo, como si se tratase de la muralla china.
Me acerqué para verlos mejor, mientras las lágrimas
estropeaban el maquillaje que con tanta parsimonia me había puesto. Es un
aprovechado, pensé.
Tropecé al suelo e hice tal estruendo que Pamela y
David se giraron, cuando ambos me vieron, se quedaron alucinando, a Pamela se
le puso una sonrisa de tonta en la cara, y David, en cambio, se quedó pálido.
-Rubia, ¿qué haces aquí?
-No me vuelvas a llamar rubia en tu vida, es más, no
me vuelvas a llamar más. Te odio David. Te odio. Eres el primer tío del que me
enamoro y me entrego tal y como soy y el primero que me engaña con mi ex mejor
amiga. – Dije mientras le pegué un guantazo en la cara- y tú, Pamela eres una
envidiosa, siempre me has tenido envidia y no soportabas que fuera feliz,
¿verdad?
-No es lo que piensas- dijo David
-¡ah!¿ no? Entonces, ¿qué es? Yo lo veo muy claro, tú
eres un imbécil que solo se aprovechó de mis sentimientos, enamorándome con
viles mentiras… y mejor no hablar de la envidiosa que está contigo.
Y me marché, conduje a toda prisa, no miré hacia los
lados y cuando me quise dar cuenta aquel Toyota estaba encima de mí, y yo iba
de camino hacía una luz blanca.